DESARROLLO PSICOSOCIAL Y PSICOSEXUAL EN LA
ADOLESCENCIA
Definiciones
La palabra adolescencia deriva del latín "adolescens" que
significa hombre joven, siendo el participio activo de "adolescere"
que significa crecer o desarrollarse hacia la madurez. También tiene relación
con la palabra latina "dolescere" que significa padecer alguna
enfermedad o estar sujeto a afectos, pasiones, vicios o malas cualidades
(Diccionario de la Real Academia Española, 1970). Se define como una etapa de
transición entre la niñez y la adultez, caracterizada por procesos específicos,
propios e irrepetibles, con gran intensidad de los afectos y vivencias; de
transformaciones importantes y de presión social para lograr metas específicas.
Al respecto hay que decir que estos procesos se dan siempre en una determinada
cultura, lo que define en cierta medida sus características específicas y su
duración.
Existen diferentes enfoques y disciplinas que se encargan de definir este
período:
Cronológicamente: De acuerdo al criterio utilizado por la
Organización Mundial de la Salud, la adolescencia se la define como el lapso de
tiempo que comprende aproximadamente entre los 10 y los 19 años. Este período,
a su vez, puede ser subdividido en tres fases: adolescencia temprana, media y
adolescencia tardía. La duración de estas etapas varía tanto individual como
culturalmente, aunque en términos generales se puede afirmar que la primera va
desde los 10 a los 13 años, la segunda desde los 14 a los 17 años y la tercera
desde los 17 a los 19 años, respectivamente.
Sociológicamente: Es el período de transición que media entre
la niñez dependiente y la edad adulta y autónoma, tanto en los aspectos
económicos como sociales.
Psicológicamente: "La adolescencia es un período
crucial del ciclo vital, en el cual los individuos toman una nueva dirección en
su desarrollo, alcanzando su madurez sexual, se apoyan en los recursos
psicológicos y sociales que obtuvieron en su crecimiento previo, recuperando
para sí las funciones que les permiten elaborar su identidad y plantearse un
proyecto de vida propia." (Krauskopf, 1982, en Montenegro & Guajardo,
1994).
El principal criterio para señalar el final de la adolescencia y el
comienzo de la vida adulta es romper con los lazos de dependencia infantil para
poder lograr una identidad propia. Esta identidad supone la independencia de
los padres en cuanto a la adopción de un sistema de valores propios, elección
vocacional, autonomía económica y un buen ajuste psicosexual. Es decir, que la
persona llegue a ser autónoma, independiente, autodirigida, capaz de tomar sus
propias decisiones y aceptar las consecuencias de ellas, tener una identidad
clara de sí misma, saber quién es, cómo pedir y aceptar ayuda de otros y
posteriormente, ser capaz de tener un trabajo y formar un hogar.
Desarrollo en la adolescencia
En general el paso desde la infancia a la adultez no ocurre como un proceso
continuo y uniforme. El crecimiento biológico, cognitivo, emocional, social y
psicosexual puede ser bastante asincrónico. En el logro de cada uno de estos
aspectos suelen haber oscilaciones hasta que se consolida el cambio. El
conocimiento del rango de estas variaciones permite al profesional establecer
distinciones entre lo que se puede considerar dentro de la normalidad y lo que
indica que existe un problema en el desarrollo.
1. Desarrollo Somático
Ya se ha hablado en sesiones anteriores acerca del desarrollo somático del
adolescente, así es que aquí se realizará un breve resumen de los cambios que
experimenta el adolescente en su cuerpo:
·
Desarrollo de las características sexuales primarias relacionadas a los
órganos de reproducción: crecimiento del pene, testículos, ovario, útero,
vagina, clítoris y labios genitales mayores y menores.
·
Desarrollo de las características sexuales secundarias: aparición del vello
pubiano y axilar; en los varones barba y el vello en las piernas, brazos y
pecho; en las muchachas, aparición del botón mamario y desarrollo de los
pechos, cambios de voz, posteriormente la menarquia.
·
Adquisición de la madurez sexual (capacidad reproductiva).
·
Desarrollo de las glándulas sudoríparas y sebáceas.
·
Aumento en la velocidad de crecimiento, cambio en proporciones corporales,
peso fuerza, coordinación motora.
En las mujeres la pubertad se inicia uno o dos años antes que en los
hombres.
Los cambios fisiológicos aparecen en la adolescencia temprana teniendo una
gran repercusión psicológica tanto para el adolescente como para quienes lo
rodean. Estos cambios externos implican también cambios en el esquema corporal.
El esquema corporal es la imagen interna que manejamos de nuestro propio
cuerpo; en el período de la adolescencia una de las tareas importantes es la
adaptación a la nueva imagen corporal que se adquiere, con la cual necesita
identificarse y lograr una aceptación física de sí mismo. Esta imagen estará
impregnada de valoraciones subjetivas en interrelación con el medio y es una
parte importante de la imagen que cada uno tiene de sí mismo, así como un
elemento donde se sustenta y/o expresa la autoestima.
Frente a estos cambios, el adolescente tiende a centrarse en sí mismo
intentando adaptarse a este nuevo cuerpo que le puede producir sensaciones
contradictorias. Son frecuentes las interrogantes acerca de cuán normal o no es
su desarrollo y cuán atractivo puede resultar para los demás. Así también, son
esperables las comparaciones y el interés creciente en la anatomía sexual y
fisiológica, incluyendo preguntas acerca de la menstruación, masturbación,
orgasmo, etc.
Junto a esto, uno de los rasgos típicos del desarrollo físico puberal es la
asincronía y la disarmonía física, gestual y motora. El adolescente puede
volverse torpe con un cuerpo que desconoce. Esto aumenta la sensación de estar
"desubicado" y así influir en su cambiante imagen de sí mismo,
provocando a veces ansiedad y sentimientos de inferioridad. En este sentido, la
aprobación o desaprobación de su cuerpo por parte de las personas más cercanas,
padres, pares, etc., influirá en forma importante.
Es en la adolescencia media y tardía donde se podrá ir integrando esta
nueva imagen corporal. Una vez que ya se han ido experimentando la mayoría de
los cambios puberales, el adolescente tiende a centrarse en hacer atractivo su
cuerpo, pasando largas horas preocupado por su estética. Como parte de la
búsqueda de una identidad propia y de su expresión en la imagen corporal, es
frecuente que el adolescente experimente con su apariencia física buscando
diversas formas de vestirse, de peinarse, e interesándose por la moda.
2. Desarrollo Cognoscitivo
La adolescencia es el período durante el cual la capacidad de adquirir y
utilizar conocimientos llega a su máxima eficiencia, capacidad que se va
acentuando progresivamente desde los 11 -12 años. Según la teoría cognitiva de
Piaget (1969) el joven pasa desde la etapa de las operaciones concretas a las
operaciones formales que permiten el pensamiento abstracto, donde el grado de
sutileza y complejidad de su razonamiento se hace mayor. El adolescente logra
desprenderse de la lógica concreta de los objetos en sí mismos y puede
funcionar en estados verbales o simbólicos sin la necesidad de otros soportes.
Se constituye así en un individuo capaz de construir o entender temas y
conceptos ideales o abstractos. Esta capacidad se supone que llegará a formar
parte de la casi totalidad de los adolescentes entre los 17 -18 años.
Al aparecer las operaciones formales el adolescente adquiere varias
capacidades nuevas importantes:
·
Puede tomar como objeto a su propio pensamiento y razonar acerca de sí
mismo.
·
Puede considerar no sólo una respuesta posible a un problema o explicación
a una situación, sino varias posibilidades a la vez.
·
Agota lógicamente todas las combinaciones posibles.
·
El pensamiento operativo formal le permite distinguir entre verdad y
falsedad, es decir comparar las hipótesis con los hechos.
·
Puede tramitar la tensión a través del pensamiento y ya no sólo a través de
la actuación. Puede "pensar pensamientos".
Este tipo de pensamiento recientemente adquirido trae aparejada la
capacidad del adolescente para entenderse consigo mismo y el mundo que lo
rodea.
El adolescente es capaz no sólo de captar el estado inmediato de las cosas,
sino de entender los posibles estados que éstas podrían asumir. La conciencia
de la discrepancia entre lo real y lo posible, contribuye a convertir al
adolescente en un "rebelde". Constantemente compara lo posible con lo
real y descubre en lo real la multitud de las fallas latentes. Todo esto lo
hace ser crítico y puede ser conflictivo ante los adultos.
La aparición del pensamiento operativo formal (hipotético-deductivo) afecta
también al adolescente en la idea que se forma de sí mismo. Comienza a dirigir
sus nuevas facultades de pensamiento hacia adentro y se vuelve introspectivo,
analítico y autocrítico.
El adolescente toma una actitud teorética-intelectualizadora, dominada por
el pensamiento hipotético deductivo. Esto supone que el adolescente está
permanentemente en la ejercitación de esta nueva capacidad de pensar acerca de
los demás y de sí mismo, buscando y exigiendo explicaciones acerca de todo lo
que lo rodea.
Estas nuevas capacidades se tiñen de egocentrismo, especialmente en la
etapa inicial de la adolescencia. Existe una incapacidad para diferenciar los
intereses y motivos propios de los ajenos y como está preocupado de sí mismo,
cree que todos los que lo rodean están pendientes de su conducta y apariencia.
También como consecuencia del egocentrismo se cree único y especial, no sujeto
a leyes naturales que afecten a los demás.
El joven tiende también a la ensoñación, a fantasear, pasando largas horas
dedicado a esto. El fantasear constituye un espacio intermedio entre el jugar y
el pensar racional simbólico. Aunque supone experimentar con las nuevas
posibilidades que le da la evolución en su pensamiento, para el adolescente el "soñar
despierto" ocupa un lugar distinto en su campo de conciencia que el pensar
racional. Existe, en la mayoría de los jóvenes, la clara diferenciación entre
los contenidos de las fantasías, la acción de fantasear y los contenidos del
pensar racional y el contacto con la realidad externa que éste exige. Como el
soñar, el fantasear tiene también una connotación de realización de deseos que
puede ser altamente placentera y exige reducción de la sensorialidad dado el
grado de invasión de imaginería visual-auditiva en el campo de la conciencia.
Es una mezcla entre sueño y vigilia, acción y simbolización, juego y
pensamiento. Un adolescente fantaseando es un sujeto que parece en estado de
trance. Esta "acción dentro de la mente" puede realizarse en un espacio
privado y ser parte de la intimidad, por ejemplo, encerrado en su pieza
recostado en su cama, como también puede implicar una actitud
"distraída" en sus tareas cotidianas.
El adquirir la capacidad de razonar sobre sí mismo y el mundo lo lleva a
uno de los principales problemas de esta etapa: el de construir su propia
identidad. Comienza a preguntarse ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Para dónde voy?.
Se espera que a medida en que se va avanzando en la adolescencia se irá
adquiriendo mayor objetividad para evaluar lo que se percibe, habrá una mayor
complejidad cognitiva y tolerancia a la ambigüedad.
3. Desarrollo Emocional
En esta etapa se producen grandes transformaciones psicológicas. La
estabilidad emocional del escolar sufre una desintegración, lo que permite una
reconstrucción durante la adolescencia. El desarrollo emocional estará
vinculado a la evolución previa que trae el niño y al contexto social y
familiar en el que está inserto.
Es esperable en el adolescente una marcada labilidad emocional que se
expresa en comportamientos incoherentes e imprevisibles, explosiones afectivas
intensas, pero superficiales.
El adolescente se caracteriza por tener
hiperreactividad emocional (en el sentido que la reacción emocional es
desproporcionada al estímulo que la provoca) y comportamientos impulsivos.
Estas conductas se relacionan con la intensificación de los impulsos sexuales y
agresivos propios de la etapa, los cuales generan ansiedad y son difíciles de
modular.
Son consideradas como una de las tareas evolutivas importantes de esta
etapa el aprender a percibir, modular y controlar la expresión de las emociones
e impulsos. El desarrollo yoico depende en gran parte de esta capacidad de
postergación de las gratificaciones inmediatas. En la adolescencia temprana
tiende a haber mayor labilidad emocional y descontrol de impulsos, en la
adolescencia media es la etapa en la que los sentimientos experimentan su mayor
intensidad y en la etapa posterior el adolescente irá experimentando una mayor
profundidad y duración de sus sentimientos, así como irá desarrollando la
responsabilidad, lo que implica pasar de sentirse "víctima" de las
circunstancias a sentir un mayor autocontrol.
La adolescencia es una etapa de separación e individuación. Esto supone la
configuración de una identidad propia, la búsqueda del concepto de sí mismo,
así como dejar los lazos de dependencia infantil.
La identidad es la experiencia interna de mismidad, de ser nosotros mismos
en forma coherente y continua, a pesar de los cambios internos y externos que
enfrentamos en nuestras vidas. El self es todo aquello que sabemos, sentimos,
vivenciamos y experimentamos como parte de nosotros. Es todo aquello que nos
conforma y compone. En esta etapa se produce lo que se ha denominado Crisis de
Identidad, que consiste en la necesidad del adolescente de ser él mismo, de
tratar de definir su self y sus objetos y de adquirir algo que lo diferencie
del niño y del adulto, para lograr el autoabastecimiento. Es un proceso que
comenzó desde el nacimiento del individuo. En esta etapa se reevalúan y se
sintetizan todas las identificaciones logradas a lo largo de la historia
evolutiva del adolescente. Se reestructuran escalas de valores, ideales, metas
y se decide una vocación.
El concepto de sí mismo del adolescente fluctuará entre una enorme
sobreestimación, con deseos y fantasías de ser una persona extraordinaria y por
otra parte de un intenso menosprecio donde duda de sus APTITUDES y
habilidades al compararse con otros que toma como modelos a los cuales aspira
imitar.
El adolescente intenta progresivamente y en forma oscilante separarse de
las figuras parentales, lo cual se expresa en conductas cuestionadoras de los
padres, oposicionismo y negativismo. Se desidealizan las figuras de autoridad
adultas y el adolescente pareciera que se fija "especialmente" en los
defectos, lo que suele ser un proceso difícil de aceptar para los padres.
Además, esta rebeldía oposicionista hacia los padres es contradictoria con un
verdadero sometimiento a las normas de su grupo de pares a las que el
adolescente no se atreve a oponerse. Cabe señalar que no todos los adolescentes
desarrollan conductas oposicionistas, muchos logran consolidar una adecuada
individuación sin que medien conductas rebeldes o impulsivas, así como también
es importante diferenciar estas conductas cuando son propias de un desarrollo
normal, de las que corresponden a los trastornos conductuales en la
adolescencia.
En el adolescente predomina un fuerte sentimiento de omnipotencia e
inmortalidad , lo que junto a la tendencia a actuar los impulsos, los puede
llevar a conductas de riesgo donde no se detienen a evaluar las consecuencias.
La etapa de la adolescencia propiamente tal se caracteriza por una gran
riqueza y profundidad de la vida emocional. La fantasía y la creatividad están
en la cúspide en este período y es frecuente la aparición de APTITUDES poéticas,
como una forma de sublimar los intensos afectos que se vivencian. Estas
aptitudes artísticas tienden a desaparecer al final de la adolescencia.
Finalmente, el logro de la identidad significa la interpretación exitosa de la
imagen personal y su adecuación en la sociedad.
4. Desarrollo Social
En la adolescencia uno de los cambios más significativos que supone esta
etapa, es el paso desde la vida familiar a la inserción en la vida social.
Se espera del adolescente una inserción autónoma en el medio social y que
alcance el estatus primario: asumir una independencia que lo exprese
personalmente y dirigirse hacia roles y metas que tengan consonancia con sus
habilidades y que estén de acuerdo con las probabilidades ambientales. El joven
procura que sus sentimientos de adecuación y seguridad provengan de sus propias
realizaciones, las que confronta frecuentemente con su grupo de pares o
compañeros de edad similar.
En la adolescencia temprana se tiende a establecer una relación cercana de
amistad con uno o más amigos del mismo sexo. Este vínculo es estrecho y el
contacto con miembros del otro sexo suele hacerse en grupo. Hay una fuerte
desidealización de las figuras de autoridad, tendiendo al distanciamiento,
desobediencia y evitación de dichas figuras.
En la adolescencia media el grupo de pares como tal comienza a tener mayor
relevancia. Es aquí donde cobra importancia la pertenencia el grupo del barrio,
grupos deportivos, grupos de amigos, etc. Estas pertenencias desempeñan
variadas funciones, siendo las principales:
· Proporcionarle al individuo la oportunidad de aprender a relacionarse con
sus compañeros de edad.
·
Aprender a controlar su conducta social.
·
Adquirir destrezas e intereses propios de la edad.
·
Compartir problemas y sentimientos comunes.
En este período se tiende a asumir los valores y códigos del grupo de
pares, lo que aumenta la distancia con los padres, existiendo una tendencia
"anti-adulto".
En la adolescencia tardía los valores del grupo dejan de tener tanta
importancia, siendo los propios valores acordes a la identidad los que se
privilegian. Respecto a las figuras de autoridad, se comienza a producir una
reconciliación y reparación.
Estos vínculos tardíos suponen menos explotación y experimentación que en
la adolescencia media, ya no está todo centrado en la aceptación del grupo de
pares sino que se puede compartir con los amigos de un modo más íntimo y
diferenciado. Lo óptimo es que se desarrolle una independencia flexible, es
decir que el joven concilie un rol definido, pero al mismo tiempo autónomo, que
le permita contrastar sus valores. Esto va a depender de la solidez previamente
lograda en el proceso de socialización. Si el adolescente fracasa en ser
aceptado en un grupo, pueden aparecer conductas de aislamiento o de extrema
dependencia a los pares o a determinados grupos a quienes imitará y a los
cuales se someterá.
En general, las relaciones con iguales del mismo sexo y del sexo opuesto
durante la adolescencia, sirven de prototipo de las relaciones adultas en las
interacciones con los miembros del mismo sexo y del sexo opuesto. El
adolescente que todavía no ha aprendido a entenderse bien con sus pares en esta
etapa, cuando llegue a la edad adulta se enfrentará con serios obstáculos que
le dificultarán su inserción social.
La mayor independencia que el adolescente va adquiriendo, y la mayor
conciencia de realidad que va desarrollando, le hacen percibir el mundo más
descarnadamente y a expresar juicios y pensamientos propios. Los padres tienden
a enjuiciar al adolescente y comparan su comportamiento anterior con el actual,
atribuyendo los cambios a la influencia del grupo de iguales. Así, es frecuente
por ejemplo, la frase "a mi hijo me lo cambiaron los amigos", lo que
denota la falta de comprensión en dichos padres respecto a que muchos de los
cambios experimentados por su hijo son parte del desarrollo.
Es frecuente escuchar a algunas madres que dicen tener un hijo modelo,
porque es tranquilo, no sale a ninguna parte y no tiene amigos, ni "malas
juntas". Es importante señalar que esta situación no es necesariamente la
ideal y que puede llegar a ser incluso bloqueadora de un desarrollo social más
sano del joven hacia la autonomía.
5. Desarrollo psicosexual
La sexualidad en la adolescencia se desarrolla en tres áreas:
·
FISICA: aparición de los caracteres sexuales secundarios que preparan al
individuo para participar en el acto sexual.
·
PSICOLOGICA: Se manifiesta en el conocimiento, la curiosidad y las
intenciones acerca de la sexualidad. El pensamiento proposicional le permite al
adolescente imaginarse como persona sexual y elaborar planes. La mayoría de
estas actividades ocurren en la imaginación del adolescente.
·
SOCIAL: Comprende la involucración sexual efectiva con otras personas la
que se refleja en sus elecciones de objetos sexuales siendo cada expresión un
reflejo de la experiencia contextual del adolescente, donde la familia es su
ámbito más inmediato.
Como ya se ha mencionado, una de las tareas más importantes del adolescente
es consolidar su identidad. Esta supone identificarse permanentemente con sus
objetivos, con sus ambiciones relativas a la sexualidad, con el tipo de
relaciones que establece con los otros, etc.
La identidad sexual es parte fundamental de la identidad del yo y
normalmente es más conocida como identidad del género (da
cuenta del sexo psicológico). Durante la adolescencia, el joven se identifica
con su propio sexo (sexo identificado), es decir, asume los rasgos, actitudes,
conducta verbal, gestual y motivaciones propias de su género. Este sexo
identificado necesita ser reconfirmado por los otros (por ejemplo, relaciones
con pares de su mismo sexo, relaciones eróticas con el otro sexo, etc.) y por
el propio adolescente, para asegurarse de su aceptación y lograr la adaptación
social. El rol sexual es el comportamiento de cada individuo como hombre o
mujer, y la orientación sexual se refiere al objeto hacia el cual se dirige el
impulso sexual.
Cuando se llega a la adolescencia no comienza la identidad de género ni el
rol sexual, éste viene desde el nacimiento, imbuído en las actitudes y los
valores de la familia, de la cultura en general y de las subculturas
específicas. Así como el significado atribuido a la sexualidad en la
adolescencia variará dependiendo de los mitos familiares y culturales respecto
a este tema.
La falta de experiencia en el trato con el sexo opuesto, la timidez, las
bromas groseras respecto al sexo, la falta de información, las vivencias
desagradables o inesperadas con el otro, etc. pueden afectar una sana identidad
sexual. Incluso las experiencias traumáticas en esta etapa pueden complicar la
identidad sexual y desencadenar o favorecer alteraciones psicopatológicas.
Es esperable que en la adolescencia temprana el impulso sexual sea
relativamente indifereciado, de hecho las fantasías o conductas homosexuales
aisladas, realizadas como parte de la exploración de la sexualidad, no
conforman por sí mismas una identidad homosexual. Es en la adolescencia tardía
donde se espera que ya se haya consolidado una clara orientación heterosexual
que permita una adecuada formación de pareja.
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