ESTRÉS
El estrés (del
inglés stress, ‘tensión’) es una reacción fisiológica del organismo en el que
entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que
se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
Síntoma provocado
por alguna situación en problema, los síntomas son algunos notables como el
nerviosismo (Temblar) o estar inquieto. Otros no son tan notables como la
aceleración del corazón, las pupilas dilatadas, la sudoración, la piel se torna
ribosa y se erizan los vellos de la piel (Como brazos o piernas).
La reacción del
organismo se caracteriza por modificaciones neuroendocrinas estrechamente
mezcladas que ponen en juego el hipotálamo (centro de emoción del cerebro) y las
glándulas hipófisis y suprarrenales (centro de reactividad). Esta reacción que
es la respuesta normal a un agente específico se produce en todo individuo
sometido a una agresión.
El estrés es una
respuesta natural y necesaria para la supervivencia, a pesar de lo cual hoy en
día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo
de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos
modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.
Cuando esta respuesta
natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en
el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías
patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo
humano. Algunos ejemplos son los olvidos (incipientes problemas de memoria),
alteraciones en el ánimo, nerviosismo y falta de concentración, en las mujeres
puede producir cambios hormonales importantes como dolores en abdominales
inferiores, entre otros síntomas.
El estrés crónico
está relacionado con los trastornos de ansiedad, que es una reacción normal
frente a diversas situaciones de la vida, pero cuando se presenta en forma
excesiva o crónica constituye una enfermedad4 que puede alterar la vida de las
personas, siendo aconsejable en este caso consultar a un especialista.
Llevar una vida de
estrés tiene implicaciones variadas. Por un lado están todas las alteraciones
fisiológicas, y por otro están las complicaciones de orden emocional. El estrés
es un elemento que aumenta la sensación de agravio en las relaciones sociales,
familiares y laborales, al mismo tiempo en que figura como herramienta de
distorsión de la realidad. Vivir bajo estrés implica, entonces, no solamente un
deterioro físico, sino también psicológico y relacional.
Historia
En los años 30 Hans
Selye -hijo del cirujano austriaco Hugo Selye-, entonces estudiante de medicina
en la Universidad de Praga, observó que todos los enfermos a quienes estudiaba,
independientemente de la enfermedad que padecieran, presentaban síntomas
comunes: cansancio, pérdida del apetito, bajada de peso y astenia, entre otras.
Por ello, Selye llamó a este conjunto de síntomas el síndrome de estar enfermo.
En 1950 publicó la
que sería su investigación más famosa: Estrés. Un estudio sobre la ansiedad. El
término estrés proviene de la física y hace referencia a la presión que ejerce
un cuerpo sobre otro, siendo aquel que más presión recibe el que puede
destrozarse- y fue adoptado por la psicología, pasando a denominar el conjunto
de síntomas psicofisiológicos antes mencionado, y que también se conocen como
síndrome general de adaptación. Los estudios de Selye con posterioridad
llevaron a plantear que el estrés es la respuesta inespecífica a cualquier
demanda a la que sea sometido, es decir que el estrés puede presentarse cuando
se da un beso apasionado.
Selye, que fue
fisiólogo, se convirtió en el director del Instituto de Medicina y Cirugía
Experimental en la Universidad de Montreal.
Fisiopatología
El efecto que tiene
la respuesta estrés en el organismo es profundo:
Predominio del
sistema nervioso simpático (vasoconstricción periférica, midriasis,
taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal, etc.)
Liberación de
catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol y encefalina.
Aumento en sangre de
la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres
y factores inmunitarios.
Todos estos
mecanismos los desarrolla el cuerpo para aumentar las probabilidades de
supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, no para que se los mantenga
indefinidamente, tal como sucede en algunos casos.
A medio plazo, este
estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir
diversas patologías (trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores
musculares, insomnio, trastornos de atención, diabetes, etc.)
Factores desencadenantes
Los llamados
estresores o factores estresantes son las situaciones desencadenantes del
estrés y pueden ser cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico,
químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera directa o
indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico del
organismo (homeostasis).
Una parte importante
del esfuerzo que se ha realizado para el estudio y comprensión del estrés, se
ha centrado en determinar y clasificar los diferentes desencadenantes de este
proceso. La revisión de los principales tipos de estresores que se han
utilizado para estudiar el estrés, nos proporciona una primera aproximación al
estudio de sus condiciones desencadenantes, y nos muestra la existencia de diez
grandes categorías de estresores:
·
situaciones que fuerzan a
procesar información rápidamente,
·
estímulos ambientales
dañinos,
·
percepciones de amenaza,
·
alteración de las funciones
fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.),
·
aislamiento y
confinamiento,
·
bloqueos en nuestros
intereses,
·
presión grupal,
·
frustración.
·
no conseguir objetivos
planeados.
·
relaciones sociales
complicadas o fallidas.
Sin embargo, cabe la
posibilidad de realizar diferentes taxonomías sobre los desencadenantes del
estrés en función de criterios meramente descriptivos; por ejemplo, la que
propusieron Lazarus y Folkman (1984), para quienes el 'estrés psicológico es
una relación particular entre el individuo y el entorno (que es evaluado por el
individuo como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro
su bienestar). Por eso se ha tendido a clasificarlos por el tipo de cambios que
producen en las condiciones de vida. Conviene hablar, entonces, de cuatro tipos
de acontecimientos estresantes:
Los estresores
únicos: hacen referencia a cataclismos y cambios drásticos en las condiciones
del entorno de vida de las personas y que, habitualmente, afectan a un gran
número de ellas.
Los estresores
múltiples: afectan sólo a una persona o a un pequeño grupo de ellas, y se
corresponden con cambios significativos y de transcendencia vital para las
personas.
Los estresores
cotidianos: se refieren al cúmulo de molestias, imprevistos y alteraciones en
las pequeñas rutinas cotidianas.
Los estresores
biogénicos: son mecanismos físicos y químicos que disparan directamente la
respuesta de estrés sin la mediación de los procesos psicológicos.
Estos estresores
pueden estar presentes de manera aguda o crónica y, también, pueden ser
resultado de la anticipación mental acerca de lo que puede ocurrir en el
futuro.
El estrés provoca
inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhiben la maduración de
los linfocitos, encargados de la inmunidad específica.
Las consecuencias,
por ende, terminan siendo fisiológicas, psicológicas y conductuales. Estas
generan daños en el cuerpo que afectan la calidad de vida de las personas. A
continuación se presenta una lista de los estragos más comunes causados por el
estrés:
·
Obesidad y sobrepeso
·
Pérdida del cabello
·
Depresión
·
Reducción del deseo sexual
·
Menstruación irregular
·
Acné
·
Cuadros alérgicos
·
Úlceras
·
Insomnio
·
Disminución de fertilidad
·
Enfermedades cardíacas
El origen del estrés
se encuentra en el cerebro, que es el responsable de reconocer y responder de
distintas formas a los estresores. Cada vez son más numerosos los estudios que
corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma
de decisiones. Un estudio de la Universidad de California demostró que un
estrés fuerte durante un corto período de tiempo, por ejemplo, la espera previa
a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las
conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés
agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por
su parte, tuvo en experimentos con ratas el efecto de disminuir el tamaño de la
zona cerebral responsable de la memoria.
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