lunes, 15 de septiembre de 2014

TAOÍSMO



El Taoísmo se creó hace unos 2500 años en China. Fue fundada por Lao-Tzu, a quien Confucio describía como el dragón que cabalgaba los vientos y las nubes.
Su texto principal es el Tao te Ching o el “Libro de la razón y la virtud” es uno de los libros más breves de todas las religiones con solo 5000 palabras. También son una referencia importante las escrituras sagradas de Chuang-tsu.

Se estima que el Taoísmo es practicado por aproximadamente 50 millones de seguidores, principalmente en China y otros países asiáticos.
Debido a la gran mística inherente a la tradición Taoísta existen un alto número de sectas derivadas de sus diversas interpretaciones.
El Tao o “camino” nunca ha sido descrito con palabras, de esta forma, se deja a aquel que “busca” encontrarlo por sí mismo en su interior. Lao-tzu escribió “El Tao que se puede describir no es el Tao eterno”

El Taoísmo se centra en el nivel espiritual del ser. El Tao-te-Ching compara al hombre “realizado” con el bambú; recto, simple y útil en el exterior y hueco en el interior. El espíritu del Tao se basa en la vacuidad, pero no existen palabras para describir su espontaneidad y eterna novedad.
Los fieles de esta creencia, son adiestrados para buscar el Tao en todas partes y todos los seres. Los templos Taoístas son el hogar de seres divinos que guían la religión y bendicen y protegen a sus adoradores. Un concepto único al taoísmo es el wu-wei, la inacción. Esto no quiere decir la falta de acción, sino el no exceso de acción espontanea derivada de las necesidades según surgen, ni dejándose llevar por la acción calculada y no actuando de tal forma que se exceda el mínimo requerido para obtener resultados efectivos. Si permanecemos quietos y callados, y escuchamos la llamada interna del Tao, actuaremos sin esfuerzo, de manera eficiente, raramente reflexionando sobre las materias y las cosas. Seremos nosotros mismos tal y como somos.

Los Objetivos del Taoísmo
El objetivo principal del Taoísmo se puede describir como la intuición mística del Tao, que es el camino, el Significado Primigenio, la Unidad sin Divisiones, la Realidad Ultima. El Tao es el camino de todos los seres, es el principio sin nombre del Cielo, de la Tierra, y es la madre de todas las cosas. Aquel que descubre el Tao, destapa las capas de consciencia más profundas de tal forma que llega a la consciencia pura y, puede por tanto, apreciar la verdad interna de todas las cosas. Solo aquel que esté libre de deseo podrá acoger el Tao, llevando por tanto una existencia de “actividad inactiva” No hay Dios personal en el Taoísmo, y por lo tanto no existe una unión con él.
El objetivo fundamental de los taoístas es alcanzar la inmortalidad, si bien, a veces no se entiende esta literalmente, sino como longevidad en plenitud. De la misma manera, se decía que las personas que vivían en armonía con la naturaleza eran inmortales. Lao-Tse fue deificado como dios taoísta ―un inmortal―, encabezando un enorme panteón de héroes folclóricos, generales famosos y sabios, todos los cuales alcanzaron la inmortalidad. Sin embargo, la antigua forma del taoísmo era la de una corriente filosófica y no una religión, por lo que los antiguos pensadores interpretaban por «inmortalidad» el hecho de autosuperación del propio ser en comunidad con el entorno, lo que implica buscar la superación y el progreso personal y colectivo, de acuerdo con la mutación constante que enseña el taoísmo.

Posteriormente, el taoísmo se mezcló con elementos del confucianismo, el budismo y la religión folclórica. La forma concreta de religión taoísta que fue llevada a Taiwán hace unos 300 años es típica de esta tradición. La característica más distintiva de la práctica actual es la adoración de los antepasados, junto con las deidades taoístas, lo que muestra el claro elemento tradicionalista del confucianismo y el culto religioso de las creencias míticas de Asia, las cuales ambas no eran válidas para los antiguos pensadores taoístas como Chuang Tsé.

Fundamentos del taoísmo.
El Taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora. Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir que son interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad. Son el yin (fuerza pasiva/sutil, femenina, húmeda...) y el yang (fuerza activa/concreta, masculina, seca...). La tercera fuerza es el tao, o fuerza superior que las contiene. (Véase yin-yang).
El significado más antiguo que existe sobre el tao dice: «Yi yin, yi yang, zhè wei tao», es decir, "un aspecto yin, un aspecto yang, eso es el tao".
Puede ejemplificarse esta concepción a partir del significado de las palabras: literalmente, yang significa ‘la ladera luminosa (soleada) de la montaña’, y yin ‘la ladera oscura (sombría) de la montaña’; entiéndase la idea de montaña como símbolo de unidad. Así, aunque representan dos fuerzas aparentemente opuestas, forman parte de una única naturaleza.
La igualdad entre las dos primeras fuerzas entraña la igualdad de sus manifestaciones consideradas en abstracto. Por ello el taoísta no considera superior la vida a la muerte, no otorga supremacía a la construcción sobre la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento, ni a lo positivo sobre lo negativo, ni a la afirmación sobre la negación.

Las cosas cotidianas e insignificantes tienen un significado mucho más profundo del que nosotros le damos.
El taoísmo en su contenido sobre la concepción del Universo y la concepción de la Vida, incluye una filosofía y una praxis; ambas van siempre unidas, y se produjeron a partir de la experiencia. La conciencia se originó desde la práctica.

El taoísmo siempre ha tomado en cuenta la realidad, la vida y el conocimiento, constituyéndose estas en sus características esenciales.
La esencia del taoísmo no está en su forma sino en su contenido, ya que la forma del taoísmo ha ido sufriendo siempre cambios en cada época y en cada lugar, pero su contenido tradicional siempre se ha mantenido y continúa desarrollándose.




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